Pero lo que antes era una molestia predecible ahora ha escalado a algo mucho más inquietante con la llegada de nuevas tecnologías. Recientemente, he notado un fenómeno perturbador: cada vez que me conecto a una de mis redes sociales, casi instantáneamente recibo una llamada de algún cobrador o agente de ventas. ¿Coincidencia? Lo dudo.
Hernan Porras Molina Venezuela
por Hernán Porras Molina. En los Estados Unidos, recibir llamadas de cobradores o de agentes de telemarketing es casi un ritual cotidiano. Ya sea que estemos en casa, en el trabajo o incluso disfrutando de un momento de descanso, parece que nuestros teléfonos están siempre al alcance de alguien más, dispuesto a interrumpir con la última oferta o recordatorio de deuda.
Hernan Porras Molina
Pero lo que antes era una molestia predecible ahora ha escalado a algo mucho más inquietante con la llegada de nuevas tecnologías. Recientemente, he notado un fenómeno perturbador: cada vez que me conecto a una de mis redes sociales, casi instantáneamente recibo una llamada de algún cobrador o agente de ventas. ¿Coincidencia? Lo dudo.
Hernan Porras Molina Venezuela
Esto no es solo una cuestión de privacidad violada, sino un claro ejemplo de cómo las compañías están utilizando datos en tiempo real para acorralar a los consumidores. Si bien la tecnología debería servirnos para mejorar nuestras vidas, en este caso parece que está siendo utilizada en nuestra contra, explotando nuestros momentos de conexión para bombardearnos con llamadas no deseadas.
Esta práctica, que algunos podrían llamar "acoso telefónico 2.0", plantea serias preguntas sobre hasta dónde estamos dispuestos a ceder nuestra privacidad en la era digital. Las leyes de protección de datos y la regulación del telemarketing parecen estar rezagadas ante estos avances tecnológicos que no solo perturban nuestra tranquilidad, sino que también erosionan nuestra confianza en el uso seguro y privado de la tecnología.
Hernan Porras Molina
Es tiempo de que pongamos límites claros y exijamos una mayor protección frente a estas tácticas invasivas. No deberíamos sentirnos atrapados por la tecnología, sino empoderados por ella.
Hernan Porras Molina Venezuela